lunes, 22 de febrero de 2016

IDENTIFICAN CINCO ESPECIES DE PLANTAS MEDICINALES DISTINTAS BAJO EL MISMO NOMBRE

No fue hasta que los médicos de Italia y España Pietro Andrea Mattioli y Andrés Laguna publicaron su traducción de Dioscórides cuando se deshizo el entuerto

El díctamo es una de esas plantas antiguas cuya relevancia a lo largo de los tiempos se pone de manifiesto tanto en la medicina como en la magia, como componente de las fórmulas magistrales de Dioscórides, como de los ensalmos para invocar a ángeles y demonios en el Grimorium Verum, también llamado Clavícula de Salomón, sin duda uno de los libros más buscados e incinerados por los tribunales de la Inquisición.

"Pero el problema está en el concepto que tenían los antiguos sobre las plantas, más utilitario que científico, lo cual permitía que con un mismo nombre se designasen varias plantas muy distintas botánicamente hablando, pero con virtudes terapéuticas similares", explica el profesor de Botánica de la Universidad de Alicante, investigador del Instituto Universitario de Investigación CIBIO, y director de la Estación Biológica-Jardín Botánico de Torretes Segundo Ríos Ruiz. Para resolver este viejo enigma, el grupo de investigadores compuesto por Vanessa Martínez Francés, de la UA; Diego Rivera, de la Universidad de Murcia; Conchita Obón, de la Universidad Miguel Hernández; M. Heinrich, de la UCL School of Pharmacy de Londres; y Segundo Ríos Ruiz, de la UA, han estado investigando y recopilando información escrita desde el s. V a.C. hasta nuestros días y evidencias arqueológicas incluso más antiguas, como los frescos de Knossos en Creta, con el objetivo de aclarar y saber a qué especie o especies botánicas se referían cada uno.


Las conclusiones de esta investigación se han publicado como una amplia revisión, en la revista científica Journal of Ethnopharmacology en diciembre de 2015, bajo el título An ethnopharmacological and historical analysis of “Dictamnus”, a European traditional herbal medicine. Dentro de este estudio, los autores reconocen que, bajo el concepto antiguo de “Dictamnus", se manejaron en las farmacias de todo el Mundo antiguo, al menos cinco especies de plantas medicinales distintas, pertenecientes a las Familias botánicas de las Rutáceas y Lamiáceas, usadas tradicionalmente para problemas ginecológicos preparto y postparto, otras enfermedades graves como la epilepsia, o simplemente, como antídotos de todo tipo de venenos. Así ocurrió con el intento de envenenamiento con arsénico del Papa Luna (Benedicto XIII), confinado en su castillo de Peñíscola, y cuya vida recuperó un monje judeo-converso gracias a un bebedizo entre cuya composición figuraba el díctamo. El Papa se salvó de la muerte y, desde entonces, se conoce esta fórmula como “tisana del Papa Luna”.


Los resultados de esta revisión no sólo han constatado todas las especies relacionadas con el “díctamo” de las cuales las más importantes son Dictamnus albus y Dictamnus hispanicus (Fam. Rutaceae), Origanum dictamnus y Ballota pseudodictamnus(Fam. Lamiaceae), si no que han puesto de manifiesto dos tradiciones antagónicas respecto de estas plantas; por un lado y siguiendo a los textos clásicos greco-latinos, el sur de Italia, Grecia, Creta, Turquía, Palestina, norte de África y en general todos los países islámicos usaron y recomendaron O. dictamnus (un orégano endémico de Creta) que, en su defecto y con mucha frecuencia, se adulteraba con B. pseudodictamnus (un manrrubio muy abundante en Italia). Por otro lado, la tradición balcánica, centro-europea e ibérica recorriendo las cadenas montañosas Europa desde los Cárpatos, Alpes, Pirineos hasta la Sierra Nevada, que siempre usaron Dictamnus albus (también D. hispanicus en el este, sureste y sur de España) de la FamiliaRutaceae. Desde Suecia el científico Linneo (1753) al nombrar a estas tres plantas, concedió más crédito a la tradición botánica germánica y dejó para estas últimas el nombre latino a nivel de género, aunque dejando el rastro de la antigua confusión en sus epítetos específicos. "Es curioso como en España, a pesar de la fuerte herencia de la medicina árabe, se impuso al menos a nivel popular, la tradición nórdica frente a la tradición mediterránea", afirma el botánico.

El díctamo en la Comunidad Valenciana


Pero, sin duda, la gran importancia de esta planta en la Comunidad Valenciana queda
reflejada en un hecho singular. El díctamo (
D. hispanicus) de esta zona tiene un nombre popular propio y diferente para cada una de nuestras tres provincias: timó real en Alicante, alfábega de pastor en Valencia y gitam en Castellón.
En Alicante, el timó real, es precisamente una de las plantas más buscadas para la elaboración del herbero, bebida hidroalcohólica basada en la maceración de numerosas plantas medicinales. En Castellón, su importancia es si cabe mayor, y el licor de hierbas se denomina asimismo gitam. En las provincias limítrofes manchegas, murcianas y andaluzas, esta planta se denomina tarraguillo, y sus efectos afrodisíacos quedan patentes en el dicho popular “Si en tu huerta criases el tarraguillo, estaría toda la noche, que te agarro, que te pillo”. En la Comunidad Valenciana, recuerda Segundo Ríos, también ha quedado un "bonito rastro del uso mágico del Díctamo, en el elenco de Les Rondalles Valencianes de Enric Valor; en concreto, se menciona en la rondalla del Rei Astoret, que maltrecho del mal de amores, acude a un mago y este a su vez, ante el problema invoca a un hada, haciendo un sahumerio con polvos de tres plantas mágicas: blenera, herbeta de la sang y timó real, a cuyo aroma el hada no tardó en acudir".


"Hasta bien entrado el siglo XVI, no se pudo determinar la magnitud de esta gran confusión entre plantas tan distintas", asegura Ríos Ruiz, que no fue hasta que los médicos de Italia y España respectivamente, Pietro Andrea Mattioli (año 1554) y Andrés Laguna (año 1555), publicaron su traducción de Dioscórides, cuando se deshizo el entuerto. Laguna nació en Segovia, estudió en Salamanca y quizás por ser descendiente de conversos, prefirió trabajar en otros países de Europa. Ambos autores, ayudaron a discernir claramente entre los distintos “dictamnus” que circulaban por las boticas y que "a la hora de usarlos como medicamentos, el problema era de tal magnitud que se podía prescribir por confusión un “orégano” (Origanum dictamnus) para los ataques de epilepsia en lugar de raíces del Díctamo verdadero (Dictamnus albus, D. hispanicus) que si servía para ello", asegura el científico.


FUENTE: UA / DICYT

jueves, 18 de febrero de 2016

ABEJAS BAJO AMENAZA: EL POLEN RESPONDE

Investigadores del departamento de Química y Física de laUniversidad de Almería han desarrollado un nuevo método para detectar restos de plaguicidas en polen, con capacidad para analizar, de forma simultánea, más de 250 compuestos en cantidades mínimas. Con este sistema, los expertos podrán determinar la influencia de los contaminantes en la pérdida de las colmenas de abejas, un fenómeno que se ha intensificado en los últimos años y puede tener consecuencias tanto en la producción de alimentos como en el mantenimiento de los ecosistemas, según explican los científicos.
Uno de los problemas que dificultan el análisis de polen es su elevado contenido en proteína. Según los investigadores, estas moléculas provocan una serie de reacciones químicas fuertes que interfieren en el proceso de separación de los plaguicidas del polen. “Estos efectos son difíciles de detectar. Afectan a la calidad de resultados y, por lo tanto, a la toma de decisiones. La metodología utilizada es específica para polen ya que aísla la proteína en la fase de extracción de los pesticidas y no altera negativamente el proceso de análisis”, explica a la Fundación Descubre el responsable de este proyecto, Amadeo Fernández-Alba, de la Universidad de Almería.

El método analítico propuesto por los expertos también les permite detectar niveles de concentración de contaminantes a escala de microgramo, es decir, un millón de veces inferior a un kilo. La posibilidad de identificar cantidades traza, o ínfimas, solventa uno de los problemas del análisis de pesticidas: la presencia en una muestra de hasta 20 compuestos diferentes, a distintas concentraciones. “Aunque las cantidades traza puede parecer que no son importantes, son necesarias para la correcta evaluación. Ésta sólo se consigue cuando se dispone de una visión completa de todos los residuos que pueda evaluar los efectos sinérgicos”, explica el investigador.
Combinación de técnicas
Junto a la precisión, el nuevo sistema de detección se caracteriza por su capacidad para identificar, de forma simultánea, hasta 253 compuestos. Esto supone una ventaja respecto a la instrumentación que, hasta ahora, se ha aplicado al análisis de polen, programada para detectar sólo aquellos componentes con mayor probabilidad de estar presentes en una muestra.

Sin embargo, la propia movilidad de las abejas y la acción de la atmósfera en el transporte de contaminantes motivaron el desarrollo de una tecnología más sofisticada que ampliara la gama de compuestos contaminantes y potencialmente tóxicos. “Es evidente que todos a la vez no van a estar presentes en una muestra, pero es mucho más correcto y fiable disponer de métodos que permitan rastrear el mayor número posible de pesticidas”, aclara el experto.
Estas innovaciones se consiguen a través de un conjunto de técnicas de análisis denominadas cromatografía de gases y líquidos, acoplada a espectrometría de masas en tándem. Su finalidad es identificar, separar y cuantificar los distintos elementos del polen.
Para ello, la muestra se somete a diversos procesos físicos y químicos que proporcionan información compleja y variada. Por ejemplo, qué tipo de componentes aparecen o cómo es la estructura y el nivel de concentración de cada uno de ellos.
De esta forma, los investigadores pueden detectar la presencia de plaguicidas, elaborar una clasificación y determinar las cantidades de la muestra.
Problema mundial
En este trabajo, financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente, los investigadores han aplicado esta metodología al análisis de, hasta el momento, 41 muestras de polen de abejas de diferentes zonas de España.
Los resultados, que se recogen en el artículo ‘A sensitive and efficient method for routine pesticide multiresidue analysis in bee pollen samples using gas and liquid chromatography coupled to tandem mass spectrometry’, publicado en la revista Journal of Chromatography A,ayudarán a los expertos a determinar la influencia de los pesticidas en el despoblamiento de las colmenas, una situación que se produce cuando las abejas obreras no regresan a la colonia y mueren.
La importancia de estos insectos en la preservación de la biodiversidad se debe a su labor polinizadora, proceso esencial para la reproducción de la mayoría de las plantas, ya sean silvestres o cultivadas. “Las abejas cumplen un papel decisivo en la producción de alimentos y en el mantenimiento de los ecosistemas naturales. Su desaparición es un problema que surge, de forma intensa, hace unos cinco años, a escala mundial. Por lo tanto, hay un gran interés por entender qué está pasando con estos insectos”, asevera el responsable de este estudio.
En este sentido, el investigador señala que aún es pronto para confirmar la implicación de los pesticidas en la reducción de las colonias apícolas. “Hay que analizar otros aspectos contaminantes en las abejas. Además, hay otros factores que pueden afectar, entre ellos, la varroa, un tipo de ácaro que daña los insectos, o enfermedades como la noxema. Sólo cuando tengamos todos los datos podremos hacer una valoración global de la situación”, indica.
Referencia:
Parrilla Vázquez; A. Lozano; S. Uclés; M.M. Gómez Ramos; A.R. Fernández-Alba. ‘A sensitive and efficient method for routine pesticide multiresidue analysis in bee pollen samples using gas and liquid chromatography coupled to tandem mass spectrometry’. Journal of Chromatography A 1426 (2015) 161–173.http://dx.doi.org/10.1016/j.chroma.2015.11.081


FUENTE: FUNDACIÓN DESCUBRE

miércoles, 17 de febrero de 2016

EL IATA CELEBRA SU 50º ANIVERSARIO CONVERTIDO EN UN REFERENTE INTERNACIONAL DE LA INVESTIGACIÓN DE ALIMENTOS

El Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), en Paterna (Valencia), ha celebrado este lunes su 50º aniversario convertido en un referente internacional en ciencia y tecnología de alimentos. Sus estudios abarcan toda la cadena alimentaria, desde la microbiota intestinal hasta la conservación de los alimentos. Este centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha acogido un acto oficial que ha contado con la presencia del vicepresidente de Organización y Relaciones Institucionales del CSIC, José Ramón Urquijo, el delegado del CSIC en la Comunidad Valenciana, José Pío Beltrán, y la directora del centro, Cristina Molina Rosell, entre otras personalidades.

En el IATA se trabaja con el objetivo de mejorar la nutrición y la salud, aunque sin olvidar el placer de saborear los alimentos. Algunos de sus desarrollos más destacados son la elaboración de jamones con menos grasa, panes con más fibra y menos calorías, levaduras que mejoran el sabor y el aroma del vino, y zumos refrigerados con un sabor como el de los zumos recién exprimidos, entre otros. También han identificado una bacteria que mejora la calidad de vida de los celíacos al regular las alteraciones de la flora intestinal.

“En estos 50 años de historia, el IATA se ha convertido en un centro pionero de referencia nacional e internacional en ciencia y tecnología de alimentos, y ha realizado una trasferencia efectiva de los resultados al sector industrial”, señala Molina Rosell. “Asimismo, la formación de técnicos, doctores y postdoctorales en agroquímica y ciencia de alimentos ha proporcionado miles de profesionales que ocupan puestos directivos, académicos y técnicos en universidades y en empresas de ámbito autonómico, nacional e internacional”, añade.

La investigación del IATA abarca todas las etapas de la cadena alimentaria, desde el funcionamiento de la población microbiana intestinal hasta la conservación de los alimentos. Sus grandes líneas de investigación son la ciencia de alimentos, la seguridad y calidad alimentarias, y la biotecnología. “La actividad investigadora del IATA prosigue en la innovación en productos derivados de cereales, carnes y productos cárnicos, post-recolección de cítricos, estudios de percepción sensorial con consumidores, modelización de procesos de conservación de alimentos, envases inteligentes y control de riesgos bióticos y abióticos”, detalla la directora. “A ello se une una intensa actividad en el ámbito de la biotecnología de alimentos, en el sector enológico, así como en el ámbito de las bacterias lácticas, su papel en el procesado de alimentos y su influencia en procesos metabólicos”.

El IATA se inauguró oficialmente en 1966 aunque sus investigaciones se iniciaron casi una década antes, en 1957, en del departamento de Química Vegetal del desaparecido Instituto de Química Alonso Barba, en el seno de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Valencia. La investigación del centro nació vinculada a los productos de la Comunidad Valenciana, como los cítricos y el arroz, pero con los años se ha ido diversificando y ha ido asumiendo nuevos retos, como por ejemplo el desarrollo de carnes más saludables, con el citado jamón bajo en grasa, el estudio de las propiedades benéficas para la salud de las bacterias lácteas y el tratamiento de cereales para alimentos multifibra.
“Asimismo, las investigaciones en agronomía, medio ambiente y recursos naturales han generado el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas y el Centro de Investigaciones sobre Desertificación”, indica la directora.

Estos son algunos de los desafíos del IATA, un centro que se consolida como referente internacional en la investigación sobre la nutrición, la seguridad alimentaria y la salud.

miércoles, 10 de febrero de 2016

BOSQUES ‘A LA CARTA’ RESISTENTES AL CAMBIO CLIMÁTICO

Un trabajo realizado por la Universidad de Oviedo y el Serida define nuevos indicadores biológicos asociados con la adaptación de los árboles a distintos territorios. Los científicos estudiaron la variación natural del metaboloma de Pinus pinaster en un jardín común con individuos procedentes de Francia, Marruecos, y España.

¿Podemos identificar el origen de un árbol a partir de sus metabolitos, o definir la capacidad de adaptación de una especie forestal a las variaciones ambientales ocasionadas por el cambio climático? Investigadores de la Universidad de Oviedo y el Serida creen que sí. Un trabajo conjunto realizado entre ambas instituciones ha identificado nuevos biomarcadores que podrán ser utilizados en los programas de gestión y mejora forestal para lograr la sostenibilidad de los bosques en el actual contexto de calentamiento global.
La pieza clave de esta investigación está en los metabolitos, el conjunto de moléculas que componen el metabolismo de un ser vivo. Los científicos tomaron como base de estudio la colección clonal de Pinus pinaster del programa forestal del Serida, compuesta de pinos procedentes de diferentes partes del mundo como Francia, España y Marruecos. El estudio de los metabolitos que se extrajeron de los ejemplares cultivados en Asturias arrojó sorpresas.
Luis Valledor, investigador del departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad, revela que esperaban encontrar los mismos metabolitos independientemente de la procedencia de los árboles debido a que estas moléculas son muy sensibles a los cambios medioambientales.
“Aguardamos cinco años para borrar su memoria de origen –afirma–. Al crecer en la misma localización creíamos que íbamos a hallar en todos ellos los mismos metabolitos”, explica. Sin embargo, descubrieron que los distintos ejemplares mantenían intacta parte de la capacidad genética de origen en relación a la producción de metabolitos, una especie de 'huella genética'.

La investigación, publicada en la revista Molecular Ecology, tiene consecuencias prácticas. Luis Valledor destaca que, gracias al estudio de este conjunto de moléculas, puede explicarse ahora la mayor o menor tolerancia de los distintos ejemplares ante situaciones de estrés como la temperatura, la radiación ultravioleta o la escasez de luz. Podrían generarse así, previa identificación de los metabolitos, bosques a la carta, seleccionando árboles con capacidad de adaptación a las diferentes condiciones geoclimáticas.
Los científicos eligieron el Pinus pinaster por su importancia tanto en la industria maderera y de pasta de papel como en las políticas de reforestación. Se trata de una especie autóctona de notable presencia en Asturias y en España. Luis Valledor, especialista en Fisiología Vegetal, aporta algunas cifras.
El Pinus pinaster ocupa en nuestro país aproximadamente 1,8 millones de hectáreas. Tras el eucalipto, es la especie más aprovechada por las madereras, ya que supone prácticamente el 26% de toda la madera producida en España. Los autores del estudio consideran que los resultados obtenidos con esta especie son trasladables a otras pináceas como Pinus sylvestris o P. radiata, si bien la metodología desarrollada podría aplicarse a cualquier especie vegetal.
El trabajo ahora publicado ha sido posible gracias a la colaboración de diferentes equipos procedentes de la Universidad de Oviedo, el Servicio Regional De Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida), la Universidad de Viena y la Academia de las Ciencias de la República Checa.

Referencia bibliográfica:
Meijón M, Feito I, Oravec M, De la Torre C, Weckwerth W, Majada J, Valledor L. 2016. Exploring natural variation of Pinus pinaster Aiton using metabolomics: Is it possible to identify the region of origin of a pine from its metabolites? Molecular Ecologye-print ahead of publication. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/mec.13525/epdf 


Fuente: Universidad de Oviedo

miércoles, 3 de febrero de 2016

EN LA VARIEDAD DE POLINIZADORES ESTÁ EL RENDIMIENTO DE CULTIVOS

Un estudio demuestra el rol fundamental que tienen para la producción agrícola los vectores que transportan polen y la importancia de tener diversidad en los paisajes agropecuarios.

Históricamente en la producción agrícola la luz, el manejo del agua, la cantidad de nutrientes y el control de plagas y malezas tuvieron mucha importancia para aumentar el rendimiento de cultivos. Sin embargo, se le prestó poca atención a un factor con gran incidencia: una adecuada polinización.

La polinización es el transporte de polen de la parte masculina –estambre- de la flor hacia la femenina –estigma-, que al depositarse sobre ella fecunda los óvulos. De este proceso surgen frutos y semillas de plantas silvestres y cultivadas. Este transporte lo realizan distintos vectores como el viento o el agua, o animales llamados polinizadores: aves, murciélagos e insectos como escarabajos, moscas, mariposas y más de 20 mil especies de abejas.
Una publicación en la prestigiosa revista Science demuestra que una mayor diversidad de estos polinizadores aumenta el rendimiento de distintos cultivos en pequeños y grandes campos.

“Fue un estudio que llevó, entre preparación y datos de campo, aproximadamente siete años. Se realizó en 344 campos con 33 sistemas de cultivo diferentes, en 12 países de África, Asia y Latinoamérica. Fue un esfuerzo en conjunto en los tres continentes en donde todos realizaron el mismo protocolo para estudiar de qué manera se podía aumentar la producción agrícola a través de la promoción de la biodiversidad”, explica Lucas Garibaldi, autor principal del trabajo e investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (IRNAD) de la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), donde se desempeña como su director.

Durante los últimos 50 años la producción agrícola aumentó sus rindes mediante la intensificación convencional, que se basa en un gran uso de agroquímicos y monocultivos y depende de insumos externos.

Lo que se plantea en este trabajo sobre el rol de los polinizadores es utilizar técnicas de intensificación ecológica que intenten restaurar los balances ecológicos a través de la biodiversidad y, como consecuencia, depender menos de insumos externos o complementarlos. De esta manera se podría aumentar la producción sin tener los altos costos ambientales y sociales del sistema tradicional.

“Uno de los aspectos importantes de este trabajo es que demuestra que la intensificación ecológica es factible y lo es donde es más necesario. La seguridad alimentaria no sólo depende de la cantidad de comida producida. Que un productor en Estados Unidos aumente un 5 por ciento la producción de maíz no implica mayor seguridad alimentaria para una persona que vive en África. Primero porque ese maíz muchas veces es utilizado para biocombustibles y no para alimentos y segundo porque la persona que vive en África no tiene dinero para comprar alimentos en un mercado. Por lo tanto hay que trabajar localmente con la gente que lo vive a diario y aumentar las producciones en esos lugares donde se usa el mismo alimento que se produce. Es una forma de reducir la pobreza, y si hay un excedente esa misma gente lo va a vender o intercambiar”, advierte el ingeniero agrónomo.
Garibaldi fue uno de los científicos encargado de entrenar a profesionales de los distintos países del mundo donde se realizaron los estudios para asegurar que las mediciones de factibilidad de la intensificación ecológica fueran las mismas. Se aplicó un protocolo en común que contiene los requerimientos para relevar distintos campos con manejos contrastantes, algunos con más intensificación ecológica que otros, y evaluar su cantidad de polinizadores y a partir de allí relacionarlos con la cantidad producida. En el proceso de medición de las toneladas que obtienen los productores por hectárea, descubrieron que existen escenarios de ‘ganar-ganar’ ya que más producción también implica que haya una mayor biodiversidad mientras que en la intensificación convencional más producción implica menos biodiversidad por el uso de agroquímicos para el control de plagas.

Los campos fueron seleccionados porque tenían producciones regionales relevantes que dependían en alguna medida de polinizadores como canola, arvejas, habas, melones, sandías, porotos, girasol, algodón, café, mango, alfalfa, cardamomo, tomates, manzana y frambuesas, entre otros.

La idea del trabajo fue contrastar grandes y pequeños establecimientos, y por eso se trató de tener representados aproximadamente 50 por ciento de cada uno. Los especialistas detectaron que en los campos grandes que tienen menos contacto con hábitats naturales había una menor biodiversidad, y por lo tanto no había un buen efecto de los polinizadores.

“A partir de este estudio hay un mensaje claro de que es importante promover la diversidad en los paisajes agrícolas. Esta cuestión no solamente es importante desde el punto de vista de la herencia biocultural sino también desde los aspectos económicos de la producción y de seguridad alimentaria. Los resultados son consistentes, los países deberían establecer políticas en este sentido”, concluye el investigador.

FUENTE: CONICET/DICYT