Los científicos alertaron
de que pasaría y al final ha sucedido: un insecto que ocasiona una de las
mayores plagas en el maíz ha desarrollado resistencia a plantas transgénicas que
originalmente fueron diseñadas para ser inmunes a su ataque. Un estudio
realizado por Aaron Gassmann, de la Universidad Estatal
de Iowa, en EEUU, ha demostrado que el coleóptero conocido como gusano de la
raíz (Diabrotica virgifera virgifera) ha desarrollado inmunidad a dos de las
tres toxinas que segregan diferentes variantes de maíz transgénico conocido
como Bt. En EEUU, el 75% de todo el maíz
plantado es Bt. En Europa, el único transgénico permitido para
plantación es el MON810, un maíz Bt fabricado por la multinacional
estadounidense Monsanto y que en España se planta en
unas 137.000 hectáreas.
El
maíz Bt lleva introducido un gen de una bacteria que le permite segregar
toxinas letales para algunos insectos, incluido el taladro y el gusano de la
raíz. La capacidad de producir esas toxinas hace al maíz resistente a las
plagas, lo que reduce significativamente el uso de pesticidas y por tanto la
contaminación indeseada que estos llevan consigo. Pero el uso de maíces
resistentes no lo es todo y, si no se implementan medidas complementarias, como
mantener parte de la plantación con maíz normal, los insectos pueden
desarrollar inmunidad a las toxinas e invadir otras plantaciones.
El equipo de Gassmann ya había detectado resistencia en 2011 en
otros estados de EE UU, aunque esta es la primera vez que un mismo insecto
parece inmune a dos toxinas a la vez. El gusano de la raíz es endémico de EEUU
y supone un serio problema en ese continente. En Europa la principal plaga que
evita el maíz transgénico es el taladro, aunque la presencia del diabrotica en
9 países supone “una amenaza seria”,
según la UE.
Esta resistencia,
totalmente predecible desde el punto de vista biológico, puede suponer un
importante tiro en el pie. Muchos agricultores no
dejarán de plantar maíz transgénico a pesar de la resistencia, sino que
acabarán usando insecticidas contra los gusanos, lo que supondrá perder el
terreno ganado en costes e impacto medioambiental gracias al uso de
variantes transgénicas, ha explicado Gassmann a Wired.
Este investigador ha recibido
financiación de Monsanto para este trabajo y también del Departamento de
Agricultura de EEUU. Pero la solución que
propone en su estudio no pasa por introducir nuevas variantes de transgénicos
sino otras que no gustan a la industria. Gassmann propone soluciones
tradicionales como la simple rotación de cultivos o el establecimiento de
refugios, es decir, partes de la plantación en la que crece maíz normal y que
permite reducir las posibilidades de que los insectos resistentes consigan
prosperar. Según Wired, hace más de 10 años, un
panel de científicos asesores del Gobierno de EE UU propuso establecer refugios
de talla considerable (50%) en cada plantación, pero a ella se opusieron las
empresas comercializadoras de semillas, el negocio en el que trabaja
Monsanto.