La humanidad ha
logrado aumentar la producción y la calidad de los alimentos a lo largo de su
historia gracias a la modificación constante de las plantas desde el Neolítico.
Pero en los próximos 50 años los seres humanos tendrán que producir más
alimentos de los que han cultivado durante toda su historia. Así lo advierte la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). A ello se suman los efectos del cambio
climático.
Además, en el
último medio siglo la población mundial se ha doblado, mientras que el aumento
del rendimiento de los cereales se ha multiplicado por tres. Las mejoras de
producción se han conseguido, entre otros, aumentando la superficie cultivada,
el agua y los abonos utilizados. No obstante,
"esto ya no es posible, lo que nos obliga a utilizar todas las
herramientas a nuestro alcance, como la mejora en el conocimiento básico de la
genética de plantas”, comentó Josep Casacuberta, coordinador del programa de
genómica de plantas y animales del Centro de Investigación Agrigenómica (CRAG), durante el encuentro organizado en marzo por B·Debate, Centro Internacional para el Debate Científico, una iniciativa de Biocat y Obra Social “la Caixa”.
Las especies
del futuro: cómo conseguir más con menos
Ahora, uno de
los retos de futuro de la agrigenómica es conseguir variedades de plantas más
eficientes para aumentar la producción sin incrementar los recursos de espacio,
agua y abono invertidos al cultivarlas. Para lograrlo, los científicos se
centran en cómo resolver el problema de la alimentación de una población que no
deja de crecer. Es el caso de Rod Wing, director del Instituto
de Genómica de Arizona (EE
UU), cuya investigación gira en torno al arroz.
"Los
pueblos que dependen del arroz doblarán sus habitantes en 2050, y este cereal
ya es la base de la alimentación del 50% de la población mundial”, señaló Wing.
Para mejorarlo es necesario que "el arroz que sea más resistente, más
fácil de cultivar y más nutritivo”, destacó en el encuentro de Barcelona ante
más de 100 expertos de todo el mundo.
Hasta el
momento se han secuenciado los genomas de 3.000 variedades diferentes de arroz
proveniente de 89 países, pero ahora se necesita integrar e interpretar toda
esa información. Para ello, el científico estadounidense ha participado en la
creación del International
Rice Informatics Consortium, una
iniciativa que busca centralizar y optimizar todos los esfuerzos realizados.
Aparte del
arroz, desde el año 2000 –cuando se publicó el primer genoma de la planta Arabidopsis– se dispone del genoma
completo de más de 80 especies, así como el genoma de diferentes variedades de
la misma especie. Constituyen bases de datos a las que acceden continuamente
los mejoradores de plantas.
¿Cómo han
cambiado los vegetales que comemos?
La
domesticación es el proceso por el cual los hombres, desde hace más de 10.000
años, han ido seleccionando las características que mejor servían de cada
planta, dirigiendo así en gran medida su evolución. Pero estudiar estos cambios
no es sencillo.
El grupo de
investigación INRA, liderado por Oliver Loudet, estudia
las variaciones en Arabidopsis recogiendo variedades de América, de
Sicilia, e incluso de áreas aisladas (y por tanto con plantas no domesticadas)
como Tajikistán, en Asia Central. A partir de ahí estudian cómo se comportan en
condiciones de estrés como la falta de agua, observan cómo resisten y crecen y
buscan las diferencias genéticas (y epigenéticas) que las explican.
Algo parecido
hace el grupo de Carlos Alonso-Blanco, del Centro
Nacional de Biotecnología, en
Madrid: estudian las variaciones de la misma planta y su adaptación a las
estaciones. Y en esa búsqueda han encontrado varias regiones asociadas con el
tiempo en que florecen, con su adaptación a las altas temperaturas o incluso
con su resistencia a contaminantes.
Más allá de los
transgénicos
Una vez
conocidas estas modificaciones, ¿cómo se pueden emplear para mejorar los
cultivos? Antes, estos cambios en las variedades vegetales se conseguían de
forma intuitiva. Ahora, gracias a la investigación científica, existen
diferentes técnicas de mejora más precisas, como la selección asistida por
marcadores o la transgenia, que es la última que se ha incorporado en la mejora
de plantas.
“Nos
alimentamos de especies inventadas por el ser humano, fruto de la modificación
genética, como el maíz”, apuntó Casacuberta. Para este investigador, líder
científico del encuentro y ex miembro del panel de transgénicos de la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria (EFSA), los transgénicos no son ni la única ni la
completa solución, pero aboga por disminuir la alarma generada sobre este tipo
de cultivos.
“Los
transgénicos siguen un control estricto de riesgos y, además, las nuevas
técnicas permitirán un control mucho más fino de los cambios introducidos”,
observó. Una de esas técnicas es la llamada CRISPR, es la gran promesa en la
terapia génica y ya se discute su uso hasta en la modificación de embriones
humanos.
Tal y como
recordó Casacuberta, “variaciones en el genoma se han producido constantemente
en las plantas; incluso en los años 50 se usaron rayos X para provocar
modificaciones que se encuentran en muchos alimentos actuales". El
científico se mostró tajante: "Sin estos avances no podríamos dar
respuesta al reto de la alimentación del futuro y mejorar las especies que
comemos”.
Fuente: B·Debate
Hola mi nombre es Miguel Angel Cervantes y hago un blog de agricultura intensiva cuyo nombre es
ResponderEliminarFITOSOFIA
http://fitosofia.blogspot.com.es/
Acabo de establecer un enlace a este blog desde el mío.
Un saludo