Las plantas asimilan carbono procedente de la
atmósfera para crecer, lo que conlleva una pérdida de agua. Al mismo tiempo,
consumen carbono durante la extracción de agua del suelo. Para sobrevivir en el
ambiente en el que viven, deben optimizar el uso del agua durante estos
procesos. Un equipo internacional de científicos con participación del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado un modelo global
de optimización en el empleo del agua por parte de la vegetación. El estudio examina
diferentes estrategias dependiendo del tipo de planta y de dónde crecen en el
mundo. Los resultados, publicados en el último número deNature Climate
Change, permitirán mejorar las predicciones sobre el intercambio de
carbono, agua y energía en ecosistemas terrestres y sus efectos en el clima
futuro.
La vegetación juega un papel
fundamental en el sistema terrestre: absorbe y almacena carbono, libera agua a
la atmósfera, modula el movimiento del agua en el paisaje y enfría la
superficie terrestre del planeta. Este intercambio de carbono y agua entre la
vegetación y la atmósfera se lleva a cabo a través de los diminutos poros que
tienen las plantas en la superficie de las hojas: los estomas.
“La conductancia estomática
regula la cantidad de agua que transpiran las plantas y la cantidad de carbono
asimilada a través de la fotosíntesis. Por tanto, nuestra capacidad para
desarrollar modelos sobre los ciclos globales de carbono y agua en un clima
futuro depende en gran medida de nuestra capacidad de predecir el
comportamiento de los estomas a nivel global”, explica la investigadora del
CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales Ana Rey.
El análisis de datos de
estudios de campo en diferentes ecosistemas, desde la tundra ártica y boreal
hasta los bosques templados y tropicales, ha permitido confirmar que, en
general, las plantas que crecen en climas fríos o secos, como las coníferas,
son más ahorradoras en el uso del agua, mientras que las de climas húmedos y
cálidos son más derrochadoras. La gran sorpresa es que los árboles perennes de
la sabana se encuentran entre las plantas más despilfarradoras, a pesar de
vivir en un entorno árido y caluroso.
Los resultados de este estudio
permitirán, según los científicos, mejorar considerablemente los modelos
existentes sobre la posible futura respuesta de los ecosistemas terrestres al
cambio climático.
Referencia
bibliográfica
Yan-Shih Lin et al. Optimal stomatal behavior around the world. Nature
Climate Change. DOI: 10.1038/NCLIMATE2550
FUENTE:
CSIC/DICYT
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