Una uva todavía más saludable y que se conserva apta para el consumo durante más tiempo. Esto es lo que ha conseguido un equipo de científicas del Instituto de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo de la Universitat Politècnica de València en un reciente trabajo de investigación.
La clave reside en recubrir la uva con un film comestible -imperceptible para el consumidor- hecho a base de propóleo, una sustancia natural que elaboran las abejas a partir de partículas resinosas de las yemas, brotes y peciolos de las hojas de diferentes árboles y a las que se les atribuyen diversos efectos beneficiosos para la salud. De hecho, entre las muchas propiedades del propóleo como poder antibacteriano y antifúngico destaca el de ser una fuente natural de antioxidantes.
A lo largo de los dos últimos años, las investigadoras del IUIAD de la Politècnica de València han diseñado, caracterizado y estudiado diferentes soluciones y films comestibles a partir de propóleo, para sentar las bases de posteriores aplicaciones como la que ahora proponen para la uva. El proceso para recubrir la uva es muy sencillo: se sumerge la fruta en una solución de propóleo y ésta queda adherida a la superficie de la uva, garantizando así la persistencia del propóleo.
“Ahora que llegan las navidades no estaría mal empezar el año con una uva tan saludable. Es todavía más sana por el aporte adicional de un componente muy saludable y porque el efecto conservante que aporta el propóleo puede ser una alternativa natural a los productos que se utilizan habitualmente para conservar este fruto. Además, la uva recubierta con el film de propóleo se conserva mejor que la no recubierta, ya que se reducen las pérdidas de agua y por tanto de peso, y tarda más tiempo en deteriorarse”, explica Maite Cháfer, investigadora del IUIAD y profesora de la ETS de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural.
Las investigadoras realizaron un análisis organoléptico con uvas sin recubrir y recubiertas con diferentes niveles de propóleo para conocer la aceptación sensorial del producto y definir qué dosis sería la más conveniente añadir, pensando en su aplicación para sacar nuevos productos al mercado.
Entre las conclusiones de estos estudios organolépticos, las investigadoras comprobaron además que al incorporar el propóleo a las soluciones, mejora notablemente la apreciación sensorial de este producto. “Uno de los principales problemas de la ingesta de este compuesto es que posee un sabor muy desagradable y, al incorporarlo a soluciones comestibles sin sabor, reducimos notablemente este efecto y mejoramos su apreciación sensorial al aplicarlo a alimentos”, explica Clara Pastor, investigadora del IUIAD de la Politécnica de Valencia.
Por otro lado, las investigadoras destacan que el producto se podría aplicar también directamente en campo, pulverizando directamente sobre la fruta la solución obtenida a partir del propóleo. “La forma y momento de aplicación la podemos adecuar según nos interese, tanto en campo como en almacén o incorporado a un envase. Para esto será necesario tener caracterizadas las principales propiedades fisicoquímicas de las soluciones que contienen el propóleo”, añade Clara Pastor.
El trabajo desarrollado por las investigadoras de la UPV ha sido publicado en las revistas Carbohydrate Polymers y Postharvest Biology and Technology, dos de las publicaciones científicas de más impacto internacional en el ámbito de la Tecnología de Alimentos.
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