miércoles, 27 de abril de 2011

AGENTES DE CONTROL BIOLÓGICO CONTRA EL BARRENADOR ESMERALDA DEL FRESNO

Un equipo de investigadores están probando un patógeno fúngico que podría servir como un agente de biocontrol, juntos con la liberación de algunas avispas que son los enemigos naturales del escarabajo. Las avispas se han lanzado en los estados de Michigan, Illinois, Indiana, Ohio, Maryland y Virginia Occidental, y hay planes de liberar más avispas en otros estados.

John Vandenberg, entomólogo del Centro Robert W. Holley de Agricultura y Salud perteneciente al ARS en Ithaca, Nueva York, está evaluando Beauveria bassiana, el cual es un hongo que es el ingrediente activo en un insecticida comercialmente disponible. Los investigadores han descubierto que el hongo ayuda a controlar los barrenadores esmeraldas del fresno cuando aplicado a los árboles infestados antes de la liberación de las avispas.

Los resultados del estudio, publicados en la revista 'Biological Control' (Control Biológico), mostraron que el hongo mata a los escarabajos y dura mejor en la corteza del árbol que en las hojas. Estudios más recientes han mostrado que el hongo no perjudica a las avispas.

Los escarabajos fueron detectados por primera vez en EE UU cerca de Detroit, Michigan, en el 2002. Desde entonces, han destruido muchos fresnos en los bosques y en parques públicos donde hay muchos árboles. Además de las implicaciones ecológicas, se usan los fresnos para hacer los muebles, los mangos de herramientas, los bates de béisbol, y otros productos de madera.

En otros estudios, Jian Duan, que es entomólogo en la Unidad de Investigación de la Introducción de Insectos Beneficiosos perteneciente al ARS en Newark, Delaware, está colaborando con socios estatales y federales en determinar la capacidad de las avispas liberadas (Oobius agrili, Tetrastichus planipennisi, y Spathius agrili) de sobrevivir el invierno en diferentes hábitats de la región del Noreste y si cualquiera de las avispas es más eficaz que las otras.

Duan recientemente publicó una evaluación preliminar sobre la capacidad de las avispas de establecerse en tres bosques naturales en Michigan. Sus hallazgos han sido publicados en la revista 'Environmental Entomology' (Entomología Ambiental) y muestran que por lo menos una de las avispas (T. planipennisi) se ha establecido en tres sitios de liberación en Michigan, y que T. planipennisi era la especie más abundante de avispas parásitas atacando el barrenador esmeralda del fresno un año después de su liberación.

Lea más sobre esta investigación en la revista 'Agricultural Research' de abril del 2011.

martes, 5 de abril de 2011

LA DIVERSIDAD GENÉTICA, CLAVE PARA LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA

 
Darwin escribió que la selección natural necesitaba de variación en los rasgos para poder operar y que además, en las comunidades naturales las especies interactuaban unas con otras en lo que vino a llamar una pila enmarañada (“tangled bank”), que incluía variabilidad dentro de las especies por la acción directa e indirecta de las condiciones de vida.  Sin embargo, el papel que juega esta variabilidad en el mantenimiento de estas pilas aparentemente enmarañadas, las llamadas redes ecológicas, es prácticamente desconocido.
Un trabajo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha estudiado mediante modelos simulados por ordenador cómo esta variabilidad afecta a la estructura de la pila enmarañada, en concreto a las redes tróficas. El artículo, firmado por el investigador del CSIC Jordi Moya Laraño, de la Estación Experimental de Zonas Áridas, se publica esta semana en un número especial de la revista Philosophical Transactions of Royal Society B, dedicado a la genética de comunidades.
La conclusión es que la diversidad genética de las especies que componen la red, es decir, cuán diferentes son los individuos dentro de cada especie, puede ser esencial para su conservación y estabilidad y por tanto, para garantizar la conservación de todas las especies que interactúan.
“Se sabe desde hace tiempo que es la estructura de las redes la que las mantiene estables en el tiempo. Los resultados de este estudio sugieren que si conservamos la variabilidad genética aseguramos el mantenimiento de la red y de las especies que la componen y, por tanto, el funcionamiento del ecosistema en que se haya inmersa dicha red”, explica Moya Laraño.
También es importante su aplicación para la conservación de especies en cautividad: “En el caso de especies que se conservan en zoológicos o en cautividad, lo mejor es asegurarnos de que mantenemos la diversidad genética, no sólo para evitar la endogamia sino para asegurarnos de que hay suficientes individuos diferentes como para restablecer las relaciones complejas necesarias para recuperar el papel ecológico de la especie”, asegura el investigador del CSIC.
Durante tres años, Moya estudió una red trófica que incluía 18 especies de arañas y dos de ciempiés de los bosques caducifolios de los montes Apalaches (Estados Unidos). Las 20 especies practicaban lo que se llama depredación intragremial, es decir, se comen unas a otras. 
El trabajo se centró en la tasa de crecimiento y la fenología de las arañas, es decir, el momento en que nacen dentro de la época de cría. “Si las tasas de crecimiento son muy diferentes entre individuos se abre una oportunidad de interaccionar con otras especies y se fomenta el canibalismo”, explica el investigador. Asimismo, también es importante la variación en la personalidad del animal, su timidez o agresividad, que las empuja a salir más a cazar y a aumentar las posibilidades de ser comidas por otras especies, aumentando las interacciones de la red.
  • Jordi Moya-Laraño. Genetic variation, predator-prey interactions and ffod web structure. Phil. Trans. R. Soc. B (2011) 00, 1-13. | DOI: 10.1098/rstb.2010.0241
  • Pie de foto: Una araña cangrejo, Synaema globossum, se alimenta de una abeja polinizadora. / Foto: Eva de Mas, CSIC

viernes, 1 de abril de 2011

OLMOS QUE PODRÍAN TENER GENES CON RESISTENCIA A LA GRAFIOSIS

 Dos científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) han descubierto una población no conocida de olmos que podrían tener genes con resistencia a la grafiosis, la cual es una enfermedad fúngica que afecta al olmo común. La enfermedad mata ramas individuales y con el tiempo el árbol entero dentro unos pocos años.
Se pensaba hace 80 años que los olmos americanos (Ulmus americana) son plantas tetraploides; es decir, árboles que tienen cuatro copias de cada cromosoma. Pero también había rumores constantes de árboles que tienen menos copias, tales como los árboles triploides, que tienen tres copias de cromosomas, o árboles diploides, que tienen dos copias.
Ahora, el botánico Alan T. Whittemore y el genetista Richard T. Olsen del ARS han demostrado que hay olmos americanos diploides que existen como un subconjunto de los olmos silvestres. Sus hallazgos serán publicados en 'American Journal of Botany' (Revista Americana de Botánica) en abril. Whittemore y Olsen trabajan en el Arboreto Nacional de EE.UU. mantenido por el ARS en Washington, D.F.
Antiguamente, los olmos americanos bordearon las calles de EE UU y dominaron los bosques orientales hasta que los mismos sucumbieron a la grafiosis, después de la entrada de la enfermedad fúngica en EE UU en el 1931.
Pero los olmos todavía son entre los árboles los más importantes para el sector de viveros, el cual tiene un valor anual de 4,7 miles de millones de dólares en EE UU, especialmente después de la introducción de unos pocos nuevos olmos que tienen un nivel de resistencia a la enfermedad. Los olmos americanas todavía tienen mucha popularidad debido a su belleza majestuosa, la degradación rápida de sus hojas en el otoño, y su capacidad de tolerar la contaminación del aire urbano.
Fue uno de los olmos resistentes, llamado 'Jefferson' y lanzado por el ARS y el Servicio Nacional de Parques en 2005, que suministró una pista a Whittemore y Olsen sobre la existencia de los árboles diploides.
"El árbol Jefferson es una planta triploide," Whittemore dijo. "Para crear un olmo triploide, se necesita un árbol diploide en alguna parte que se ha cruzado con un árbol tetraploide".
Para resolver este problema, los científicos probaron olmos de todo el alcance geográfico del olmo en la parte oriental y la parte central de EE UU. Descubriendo que aproximadamente el 21% de los olmos silvestres probados fueron plantas diploides. Algunos de estos crecieron en sitios con olmos tetraploides, mientras otros se descubrieron en grupos más grandes de árboles diploides.
La cantidad pequeña de datos genéticos ahora disponibles sugiere que por lo menos algunas poblaciones de olmos tetraploides y olmos diploides que han llegado a ser muy distintas. Esto aumenta la posibilidad de que los árboles diploides puedan tener genes, tales como ellos que confieren resistencia a enfermedades, que no están presentes en los árboles tetraploides, dijo Whittemore.