jueves, 18 de julio de 2013

AGRICULTURA Y CAMBIO CLIMÁTICO: IMPACTO EN DOBLE VÍA

Las recientes inundaciones y sequías a nivel mundial, atribuidas por algunos expertos al fenómeno del cambio climático, han generado grandes pérdidas para el sector agrícola, tanto en producción como en infraestructura; sin embargo, esta es la actividad económica que más contribuye a la generación de gases de efecto invernadero.

En el marco de la celebración del Día del Agricultor, la Escuela de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional (ECA-UNA), organizó la mesa redonda: Cambio climático en la agricultura: responsabilidades e impacto, donde participaron Roberto Flores, funcionario de la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria del Ministerio de Agricultura y Ganadería; Luis Felipe Arauz, decano de la Facultad de Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de Costa Rica (UCR) y Patricia Ramírez, secretaria Ejecutiva del Comité Regional de Recursos Hidráulicos del sistema de Integración Centroamericano (CRRH-SICA).

Las investigaciones realizadas en el país, sobre el impacto y tipo de eventos con potencial para causar daños y pérdidas, muestran que predominan las inundaciones (35 por ciento), seguidas de incendios (24 por ciento), deslizamientos (11 por ciento), sismos (7 por ciento) y vendavales (4 por ciento). Un análisis revela que el 52 por ciento de todos los eventos hidrometeorológicos corresponden a inundaciones; asimismo, la fuente de los mayores daños y pérdidas se deben a este tipo de fenómenos.
 

Desde el año 2011, el sector agropecuario ha perdido miles de dólares por causa de fenómenos hidrometeorológicos en el país. “Alajuela perdió $3.138.000 en el cultivo de hortalizas; Guanacaste sufrió la pérdida de $6.924.000 en el cultivo de granos básicos y Limón $22.368.000 en la producción de frutas”, detalló Flores.

Las pérdidas en el sector, de acuerdo con los datos presentados por Flores, fueron el café con $24 millones, el plátano con $18 millones y la producción de hato bovino con $10 millones. “La provincia más afectada fue Limón, con un total de 26 por ciento de la pérdidas, la segunda fue Guanacaste con un 25,18 por ciento y luego Puntarenas (8,62), San José (7,33), Cartago (6,84), Alajuela (5,69), Heredia (2,54) y un 17,76 por ciento sin clasificar”.

De los datos también se desprende que en Limón el cantón más afectado en el daño de equipo, cultivo de frutas, granos básicos y hortalizas, insumos de producción e infraestructura fue Talamanca, y el distrito con mayores pérdidas fue Sixaola.

“Estamos en una primera etapa donde tenemos una sistematización de la información primaria, con datos como frecuencia, intensidad, recurrencia y tendencia, lo que hace falta es una evaluación de esos datos para poder implementar medidas de mitigación”, comentó Flores.
 

Efecto recíproco

Para Felipe Arauz, la agricultura y el cambio climático tienen efectos recíprocos. Por ejemplo, según el especialista, la huella de carbono de los procesos de producción agrícola generan la mayor cantidad de gases de efecto invernadero como el metano y el óxido de nitrógeno.

“Han calculado alguna vez ¿cuánto CO2 se genera al transportar 10.000 toneladas de frijol a China? La respuesta es 6.020 toneladas, eso equivale a 30.000 vehículos livianos que recorren 10 mil kilómetros cada uno”.

Arauz menciona que es necesario mejorar la transferencia de tecnología y desarrollar mayor investigación, pero que no es tan fácil, porque muchas de las prácticas que mejoran la productividad pueden tener efecto en la producción de gases invernadero.

Un ejemplo de lo anterior es la práctica del cultivo de arroz inundado, esta produce más grano, pero tiene mayor emisión de gas metano, el cual tiene un potencial de calentamiento global 21 veces mayor que el dióxido de carbono.

En la producción agrícola se produce dióxido de carbono a través de insumos, mecanización y liberación del suelo. El metano proviene de la descomposición anaeróbica de la materia orgánica y el óxido de nitrógeno de los procesos de desnitrificación en el suelo, principalmente a partir de fertilizantes nitrogenados. “El uso de fertilizantes nitrogenados tiene un potencial 300 veces más que el dióxido de carbono; es decir, 310 toneladas de CO2, equivale a una de este producto”.

Según Arauz, si se logra impulsar prácticas que mejoren la productividad, con un adecuado manejo de los suelos y de las aguas, la reducción del uso de plaguicidas, el mejoramiento genético y los sistemas de cultivos, será posible disminuir la afectación del medio ambiente. “La agricultura también debe adaptarse al cambio climático, se necesita una cuantificación más precisa para tomar decisiones, puede haber cambios en la zonificación de los cultivos, debemos procurar una economía del agua, un mejoramiento en las prácticas de siembra, trabajar en el mejoramiento genético para tener especies con mayor resistencia a las sequías y las altas temperaturas”.
FUENTE: UNA/DICYT 

jueves, 11 de julio de 2013

MENOS DE DIEZ RASGOS BIOLÓGICOS BASTAN PARA PREDECIR SI DOS ESPECIES INTERACTUARÁN

Visto de cerca, un ecosistema puede parecer una auténtico campo de batalla. Presas, depredadores, plantas y animales, competidores y aliados todos luchando para comer y no ser comidos. Dos especies interactuarán dependiendo de sus características o rasgos biológicos. Por ejemplo, el tamaño corporal: un pez mediano se come un pez pequeño, pero no un pez grande. O el color, una mariposa visita una flor azul pero no una flor amarilla.

Un grupo de expertos en computación de la Universidad de Chicago, conjuntamente con ecólogos del CREAF y otros expertos de otros centros de investigación, han descubierto recientemente que las interacciones entre las especies no son tan difíciles de predecir como parece porque, al final, siguen unas normas comunes.

Hasta ahora, no se tenía una idea clara de cuántos rasgos eran necesarios para predecir todas las interacciones que se dan en una red
En su estudio, publicado recientemente en la revista Ecology Letters, se concluye que para saber si dos especies interactuarán basta con conocer unas pocas características de sus individuos. Pueden ser necesarias dos, tres o cuatro características, pero nunca más de diez. "Este descubrimiento es muy interesante porque hasta ahora, no se tenía una idea clara de cuántos rasgos eran necesarios para predecir todas las interacciones que se dan en una red", apunta Anselm Rodrigo, investigador del CREAF y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El estudio ha analizado más de 200 redes ecológicas de todo el mundo, desde los arrecifes de coral del Caribe, hasta las praderas de Nueva Zelanda, con el objetivo de encontrar el mínimo número de características que expliquen con fidelidad las relaciones entre las especies de un ecosistema. En muchos casos, teniendo en cuenta solo uno o dos rasgos característicos ya se podía predecir una parte importante de la realidad.

Fruto y pico
Por ejemplo, teniendo en cuenta el tamaño del fruto y la apertura del pico de los pájaros se podría explicar muy bien la relación alimentaria entre estos dos grupos de organismos. En el caso de los polinizadores y las flores, el tiempo de floración explica gran parte de las interacciones que se establecen entre la flor y el insecto.
El estudio también pone de manifiesto que los rasgos biológicos relevantes son diferentes para cada tipo de red (planta-polinizador, depredador-presa, huésped-parásito). Por último, las características del productor (planta, presa, huésped) suelen ser más determinantes que las del consumidor.

Hasta ahora se pensaba que el total de características que se tenían que tener en cuenta era mucho mayor, por lo que los científicos tomaban unas cantidades ingentes de datos diferentes a la hora de estudiar las relaciones dentro de los ecosistemas.
"Este hallazgo ahorrará tiempo y esfuerzos a los ecólogos a la hora de describir la estructura de los ecosistemas. Asimismo, ayudará a los científicos a construir modelos matemáticos muy fiables con pocas variables bien escogidas. Se podrán predecir más fácilmente las respuestas de los ecosistemas frente a las perturbaciones, por ejemplo para determinar qué interacciones establecerá una especie invasora ", comenta Jordi Bosch, investigador del CREAF.

Referencia bibliográfica
Eklöf, A., Jacob, U., Kopp, J., Bosch, J., Castro-Urgal, R., Chacoff, N. P., Rodrigo, A.,. . . Allesina, S. (2013). The dimensionality of ecological networks. Ecology Letters, 16 (5), 577-583.


Fuente: CREAF

miércoles, 10 de julio de 2013

LAS SELVAS TROPICALES PUEDEN SOPORTAR EL CALOR

En el pasado, las selvas tropicales de América del Sur prosperaron durante tres eventos de calentamiento global extremos, según paleontólogos del Smithsonian en Panamá. Ningún bosque tropical de América del Sur experimenta actualmente temperaturas anuales promedio de más de 84 grados Fahrenheit (29°C). Pero es probable que hacia el final de este siglo las temperaturas medias globales aumenten otros 1-7 (0.6 a 4°C) grados, lo que lleva a algunos científicos a predecir la desaparición de las más diversos ecosistemas terrestres del mundo.

Carlos Jaramillo, Investigador del Smithsonian y Andrés Cárdenas, becario post-doctoral en el Smithsonian en Panamá revisaron casi 6,000 publicaciones sobre mediciones de temperaturas antiguas para proporcionar una perspectiva de épocas remotas en el debate.

"Para medir la temperatura del pasado nos basamos en pruebas indirectas, como las proporciones de isótopos de oxígeno en las conchas fósiles de organismos marinos o de biomarcadores en bacterias," comenta Jaramillo.

Hace 120 millones de años durante el período Cretácico medio, cuando la intensa actividad volcánica produjo enormes cantidades de dióxido de carbono, las temperaturas anuales en los trópicos de América del Sur aumentaron 12.9 grados (5-7°C). Durante el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno, hace 55 millones de años, las temperaturas tropicales aumentaron entre 5 a 9 grados (3-5°C) en menos de 10,000 años. Hace cerca de 53 millones de años, las temperaturas se elevaron nuevamente.

Según el registro fósil, las selvas tropicales prosperaron bajo estas condiciones de invernadero. La diversidad aumentó. Debido a que generalmente las áreas más extensas de bosque mantienen un nivel de diversidad mayor que las áreas más pequeñas, el aumento en la diversidad durante los eventos de calentamiento podría ser explicado por la expansión de los bosques tropicales hacia zonas templadas. "Pero para nuestra sorpresa, las selvas tropicales nunca se extendieron mucho más allá de la franja tropical moderna, por ende, algo más que la temperatura tiene que haber determinado dónde estaban creciendo," comentó Jaramillo.

Su informe, publicado en el Annual Review of Earth and Planetary Science, también se refiere a los descubrimientos de Klaus Winter, fisiólogo de plantas del Smithsonian en Panamá, de que parte de algunos árboles tropicales toleran la exposición a corto plazo a temperaturas de hasta 122 a 127 grados (50-53°C). Cuando las concentraciones de dióxido de carbono se duplican, los árboles usan mucho menos agua: una prueba más de que los bosques tropicales pueden demostrar ser resistentes al cambio climático.

FUENTE: STRI/DICYT