jueves, 17 de octubre de 2013

Geoffrey Cordell, profesor emérito del Departamento de Medicina Química y Farmacognosia de la Universidad de Illinois (Chicago) “LA GENTE YA NO SE ACUERDA DE QUE LAS MEDICINAS PROVIENEN DE PLANTAS NATURALES”

De acuerdo a cifras del Ministerio del Ambiente, de las 25.000 especies de flora presentes en nuestro territorio, 1044 son empleadas con fines medicinales por curanderos, sanadores, abuelas y nietos que heredaron esta sabiduría ancestral de sus antecesores. Si se separa el trigo de la paja de la charlatanería, la medicina tradicional constituye una alternativa de tratamiento de la salud (para muchos, la única a su alcance). ¿Cómo garantizamos su seguridad y eficacia? El Dr. Geoffrey Cordell, especialista en farmacognosia, se encuentra en nuestro campus como profesor visitante de la Sección Química del Departamento Académico de Ciencias de la PUCP.
¿Cuál es el campo de estudio de la farmacognosia?
La farmacognosia es una de las ramas más antiguas de la farmacología. Es el estudio de componentes biológicamente activos (drogas) de origen natural, que provienen de diversas fuentes como plantas, hongos, bacterias, animales, organismos marinos, o el ser humano. Abarca aspectos de la química, la biología, la farmacéutica y de todo aquello vinculado a la medicina tradicional (que en EE.UU. llamamos como “suplementos dietéticos”).


Hemos subestimado el potencial de esta medicina por mucho tiempo…
Es verdad. Aún persiste el prejuicio de pensar que las plantas medicinales no son poderosas. Sin embargo, cerca del 64% de la población mundial confía en la medicina tradicional como su única fuente de atención médica y casi el 50% de las drogas que se venden en el mercado local bajo prescripción son productos naturales o sus derivados.


Por ejemplo, la aspirina provino inicialmente de una fuente natural, ya que el ácido acetilsalicílico es una modificación de la salicina, sustancia que se encuentra presente en la corteza del sauce blanco. Ahora está molécula ya se encuentra sintetizada, pero hay muchas otras drogas, como la morfina o la codeína, que aún provienen de plantas naturales. No obstante, parece que la gente ya no se acuerda de ello o tal vez nunca lo supo. Por lo tanto, una de nuestras tareas es hacerles recordar de donde vinieron estos medicamentos.


La biodiversidad peruana es una fortaleza que podemos aprovechar para construir una industria farmacéutica local.
Perú es uno de los 17 países más megadiversos del mundo. Tiene una amplia gama de productos botánicos, así como mucha gente con amplio conocimiento de su uso. Alguna parte de esta información está documentada y otra parte no. Como firmante de la Convención sobre la Diversidad Biológica de la ONU, el Perú ha acordado elaborar un plan nacional para la conservación y el uso sostenible de su biodiversidad, así como proteger los conocimientos ancestrales de sus comunidades indígenas. Solo se convertirá en una industria cuando este proceso sea exitoso.


Acumular esa información parece una actividad al alcance de nuestra realidad económica…
Al contrario, es muy costosa. Ese es el problema: Hacer una investigación y validar el uso de la medicina tradicional es una propuesta cara. Por lo tanto, cada país deberá evaluar si tiene la capacidad, de manera individual o colectiva, de generar sus propios medicamentos. Algunos estarán preparados y a otros les tomará tiempo hacerlo. La diferencia entre ambos es como realizar un salto con garrocha y subir las escaleras: Si no cuentas con los recursos ni la experiencia para dar el gran salto, tendrás que avanzar a pequeños pasos. Y puede tomarte alrededor de 15 años alcanzar la misma altura.


¿Entonces, qué podríamos hacer mientras tanto?
Yo recomiendo a que los pobladores locales acumulen este conocimiento de la mejor manera posible, antes que los curanderos mueran sin pasar esta información a las nuevas generaciones. Al principio, no parecerá un insumo importante, pero cuando reúnes esta data y la comparas con la obtenida en países vecinos, comienzas a comprender su valor. Y esta información te permitirá saber cuál será el rumbo de futuras investigaciones.


En localidades donde existe uso ancestral de la medicina tradicional, ¿cómo tendría que reformularse el sistema de salud para que esta conviva con las pastillas, jarabes y ampollas?
Se necesita implementar servicios integrados de salud, que combinen la medicina tradicional con la medicina occidental o alopática. Hace unos meses estuve en Birmania, país que recientemente se ha abierto al mundo luego de 45 años de aislamiento. Su sistema está tan integrado que el Ministerio de Salud tiene un Departamento de Medicina Tradicional, al mismo nivel que el Departamento de Ciencias Médicas. Además, existe una Universidad de Medicina Tradicional de la que egresan profesionales listos para ejercer. Un sistema integrado de salud se gana el respeto de la población rápidamente.


¿Cuál sería su consejo para aquellos usuarios frecuentes de la medicina tradicional?
Cuando tomas un café en la mañana, esperas que la cafeína estimule tu sistema nervioso central y te despabile. En la medicina tradicional, si un curandero te dice que tomes una planta para aliviar tu dolor, como paciente esperas que su tratamiento dé resultado. Si funciona, volverás a verlo; si no te hizo efecto, tal vez regreses; pero si te causó daño, nunca vuelves.


Por eso, hasta que no se establezca un sistema que evalúe la seguridad y la eficacia de la medicina tradicional, este seguirá basándose en la confianza. La curación no está asegurada. Mi inquietud es cómo hacer que esta situación cambie para garantizarle al paciente la misma efectividad que recibe cuando toma una taza de café.


¿Qué rol podría desempeñar la Universidad dentro de este panorama?
En otras partes del mundo, la academia, la industria farmacéutica y el gobierno realizan investigaciones colaborativas en equipo. La PUCP tiene tremendo potencial para desarrollar este tipo de programas porque tiene buenos profesionales y buenas ideas. Lo que le falta es contar con el apoyo externo de otras instituciones dispuestas a anteponer el bien común antes que el rédito personal.

FUENTE: PUCP/DICYT

lunes, 7 de octubre de 2013

DESCUBIERTA UNA NUEVA ESPECIE DE PLANTA EN EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL


Los investigadores del Área de Botánica de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) Santiago Martín Bravo y Pedro Jiménez Mejías han publicado recientemente un artículo en la revista especializada Annales Botanici Fennici en el que describen una nueva especie de planta con flores, Reseda minoica. Esta nueva especie recibe el nombre de la antigua civilicación minoica del Mediterráneo oriental, cuya influencia cultural se expandió por las zonas donde esta planta habita: Creta, Chipre y el sur de Turquía.



“Esta especie pertenece al género Reseda de la familia Resedáceas, próxima a las crucíferas -que incluye plantas tan conocidas como la col, la mostaza y el rábano- y crece sobre sustratos calizos en formaciones de matorral cercanas a la costa”, señala Santiago Martín Bravo. Esta planta se encuadra en la sección Phyteuma del género Reseda, un grupo de taxonomía compleja formado sobre todo por endemismos de distribución restringida a pequeñas áreas del oeste o del este del Mediterráneo, lugares considerados de importancia crítica en la diversificación de la flora mediterránea.



“Hasta ahora esta planta se había venido confundiendo con especies próximas como R. odorata, R. orientalis y R. balansae”, añade el investigador. Reseda minoica se distingue de estas otras especies por su menor número de estambres, el tamaño de las semillas y el color de los pétalos.



Según Pedro Jiménez Mejías, “la importancia de este hallazgo radica en que Reseda minoica es el ancestro materno de una especie cultivada de origen híbrido, Reseda odorata, utilizada desde la época romana por la fragancia de sus flores y cuya esencia se empleó antiguamente en la industria cosmética. La localización de una de las piezas de su origen (la especie madre), da información de los mecanismos evolutivos que producen especies que luego son útiles para el hombre”.



Además, los científicos consideran que es una planta “por el momento rara”, que podría merecer protección para que no desapareciera. “Si ello ocurriera, perderíamos parte del patrimonio genético vegetal del Mediterráneo, con la consiguiente pérdida que en uso y oportunidad puede suponer para el ser humano”, asegura Jiménez. En cualquier caso, dado que la especie es de reciente descubrimiento, no se descarta que los botánicos de las zonas donde crece la empiecen a buscar y aparezca en más lugares.



Otras dos nuevas especies en África



Estos dos investigadores han participado además, junto con el catedrático de Botánica de la UPO Modesto Luceño, en el hallazgo de otras dos nuevas especies de África pertenecientes al género Carex de la familia de las Ciperáceas -que incluye especies como la chufa o el papiro-. Una de ellas, Carex rainbowii, se ha encontrado en bosques vírgenes de la cordillera de los Drakensbergs, en la región de KwaZulu-Natal, en el este de Sudáfrica. La segunda, Carex modesti, solo se conoce en bordes de arroyo y turberas de una zona muy localizada de las montañas del sur de Tanzania.


La descripción de ambas especies constituye un buen ejemplo de la importante proporción de biodiversidad que aún puede quedar por descubrir, especialmente en zonas remotas del planeta, incluso en grupos de seres vivos a priori bien conocidos como son las plantas con flores.

FUENTE: UPO/DICYT